"El árabe se debería enseñar en los departamentos de Historia Medieval". Entrevista a Maribel Fierro

Vicent Baydal
Fa vora sis mesos vam tenir l'oportunitat d'entrevistar en Lleida a un bon grapat d'investigadors de camps d'estudi molt diversos, tot aprofitant la concentració que es va produir a l'International Medieval Meeting. Ja us vam oferir una primera xarrada amb l'organitzador del congrés, Flocel Sabaté, i ara us presentem una segona amb la Professora d'Investigació de l'Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo del CSIC de Madrid, Maribel Fierro. És, sens dubte, una de les màximes especialistes en la història cultural d'Alandalús i una de les investigadores procedents de la filologia àrab que més ha fet per apropar postures i compartir perspectives amb els medievalistes de formació historiogràfica. Aquesta, de fet, va ser una de les principals qüestions que vam tractar en l'entrevista, sobre la qual la professora Fierro es va manifestar partidària d'una convergència encara major entre arabistes i historiadors fins al punt de remarcar la necessitat d'impartir classes de llengua àrab en els departaments d'història medieval, de la mateixa manera que generalment també s'ensenya el llatí (tot i que cada vegada menys...). També xarràrem de molts altres temes, com ara de les llacunes que encara presenta la història intel·lectual andalusina pel desconeixement del context de molts dels textos que ens han pervingut, de les darreres perspectives sobre la figura d'Ibn Hafsun i la possibilitat que encara es troben nous documents com va passar fa poc amb l'aparició a Tinduf del Kitab Ta‘Rih Mayurqa, l'extravagant figura d'Ignacio Olagüe -que seria digna d'una novel·la o d'una biografia segons Fierro-, o dels problemes d'integració del llegat andalusí en la cultura ibèrica oficial. Sense més preàmbul, doncs, us deixem amb la interessant entrevista a Maribel Fierro.




3 comentaris:

Anís del moro ha dit...

Yo de la entrevista retendría dos ideas (que sólo tienen de novedoso, en realidad, el hecho de que por fin empiecen a calar en el gremio):

1. Que "el arabismo no es propiamente una disciplina" académica real (min. 4:10 y ss.) sino "el conocimiento de una lengua": obviamente, aunque Fierro no lo dice, un conocimiento más allá del que tiene el hablante nativo común, es decir, un conocimiento profesional (filológico, lingüístico, etc.) de la lengua.

2. Que "la antigua división entre arabistas y medievalistas debería desaparecer". Sí, pero ¿cómo? Yo del punto 1 infiero que al desaparecer la división lo que desaparecería realmente es el arabismo entendido como alandalusismo, no desde luego el medievalismo, que no por incorporar al primero dejaría obviamente de ser lo que es, ni se convertiría en una disciplina distinta.

Resta por saber qué sería del otro arabismo, el que no se ocupa de Al-Andalus (aunque no sea del interés de este blog). Siguiendo el razonamiento de Fierro, los arabistas que se dedican a la sociología, la política, etc., deberían "converger" también con sociólogos, politólogos y demás, de modo que hubiera graduados en estas disciplinas cuyo conocimiento del árabe les permitiera especializarse. De ese modo el único arabismo que no se diluiría, imagino (o quiero imaginar) sería el dedicado específicamente a ese conocimiento profesional de la lengua. Los arabistas serían lingüistas, filólogos o traductores.

A mí, hasta ahí, todo me parece bien.

En lo que Fierro sigue, como tantos colegas, "presa del pasado", si se me permite la expresión, es, a mi modo de ver, en la concepción de la lengua que se deja entrever en la entrevista. No dudo que alcanzar "un buen conocimiento del árabe" pase por "haberse puesto a estudiar textos clásicos" en algún momento, pero si la manera de estudiarlos es la que yo he conocido, celebro que vaya progresivamente desapareciendo, aunque dudo que realmente sea así, porque tengo la impresión de que lo que se hacía con los textos clásicos ha pasado a hacerse con los modernos y con resultados muy parecidos, de manera que los estudiantes se enfrentan a unos y a otros del mismo modo: diccionario en ristre y con una competencia lingüística (metalingüistica, incluso) y cultural muy superficial.

Jorge Lirola ha dit...

El árabe como herramienta y la convergencia con otras disciplinas hasta quedar el arabista en algo cerrado en la lengua, si bien también, según esa lógica, los de Lingüística General también debían aprenderlo y converger con los arabistas, de modo que creo que lo mejor es que volvamos a las humanidades y tratamos de aprender de todo y no ser tan especialistas en una cosa que en cuanto nos sacan de ella no sabemos/no contestamos. Y si lo extrapolamos a los de inglés, pues ni se justifican, pues el mundo al que vamos es que quien no sepa inglés es un analfabeto, pues se trata de convertir a esa lengua en la “lengua científica” (quien no publica en ella no merece ningún reconocimiento y de eso Maribel Fierro sabe bastante). Total, que incentivamos la deshumanización y fomentamos la colonización.

Yo no quiero quedarme solo en esas ideas que ha destacado Abu Ilyas y me gustaría meterme en más cosas de lo que comenta Maribel Fierro, algunas en entrelíneas.

La relación entre los intelectuales y el poder y el que lo estudiemos hasta el siglo XIII u otro siglo y queramos ser un especialistas de ello. ¿Para qué, con fondos públicos? El conocimiento tiene plena actualidad y del estudio del pasado aprendemos mucho, aplicándolo en el presente y proyectándolo para el futuro. ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos?...

Pero seamos claros.

Hace años hice una estancia de investigación en el CSIC, donde trabaja Maribel Fierro. Yo, como individuo no alineado, que la política de bloques me asusta y la rehuyo, unas veces iba a comer con las que había oído que llamaban “las sultanas” y otras me quedaba con los pocos becarios que había y que se traían la comida. La sala de becarios estaba casi desierta. No conseguían becas, pues los que la repartían no se las daban. Había algún arabista malo que era con el que contaba el poder.

Los tiempos han cambiado y las salas de becarios del CSIC, por lo que al árabe se refiere, están llenas. La razón quizá esté en esas alianzas entre los “intelectuales” y el poder. Quitaron a quienes, desde dentro del arabismo, tirando piedras contra el mismo, cedían los espacios a otras áreas mejor avenidas. Y se pusieron ellas, las sultanas. No parecía casual que, en las altas instituciones que “reparten el bacalao” una se pusiera en la ANECA, otra en la ANEP y otra en la CNEAI. Se ha sumado algún sultán también. ¿Y quiénes eligen a otros que forman parte de esos organismos?. Esto da para varios capítulos de chancullos university. Véase, por ejemplo, la última entrega:
http://www.youtube.com/watch?v=W2byp7v-xiU

Anís del moro ha dit...

Que sean los arabistas, que son los primeros en confinar el árabe al arabismo, quienes teman acabar confinados en el árabe, da que pensar... Yo, Jorge, no veo por qué quienes se dedican al estudio científico del lenguaje o se especializan en el estudio de otra lengua deberían "converger con los arabistas", cuando el arabismo más tradicional (el que ve en la lengua árabe un mal mayor, un engorro con el que hay que lidiar para hacer lo que de verdad interesa) no puede aspirar a ser más que una aplicación de distintas ciencias humanas a una realidad más o menos homogénea. Es ese arabismo, como probablemente otros estudios de área, el que tiene que normalizarse, para dejar de ser la excepción. Que no haya, prácticamente por definición, arabistas árabes, ha de significar algo.

No sé hasta qué punto "el árabe se debería enseñar en los departamentos de Historia Medieval", como opina Maribel Fierro y reza el título de esta entrada. De lo que estoy convencido es de que cualquier universitario debería tener la oportunidad de aprenderlo si así lo desea, con el fin de especializarse, y de contar con especialistas de la lengua (sí, antes que nada, de la lengua) que le auxilien y asesoren. Pero es esto último, precisamente, lo que temen y han temido siempre muchos arabistas: ver el arabismo convertido en una disciplina auxiliar y que el árabe deje de ser su predio, baldío pero bien acotado.