En torno al estudio de la guerra medieval en nuestros días

Autor convidat
Carlos J. Rodríguez Casillas
Universidad de Extremadura

La reflexión que aquí se presenta, sobre el estudio de la guerra medieval en la actualidad, no quiere ahondar en las evoluciones historiográficas que dicha materia histórica ha sufrido en los últimos años, ni tampoco reseñar los aspectos organizativos, tácticos o estratégicos de los ejércitos medievales, sino, al contrario, profundizar en el enorme potencial que tiene el estudio de la guerra ocurrida durante la Edad Media con respecto a otras temáticas, tales como la política, la economía o la propia sociedad del momento. Una reflexión que va a girar, sobre todo, en torno a la temática y el ámbito geográfico que estoy trabajando en la actualidad: Extremadura y la frontera luso-extremeña durante la dinastía de los Trastámaras (Siglos XIV-XV).

Así, en primer lugar, en lo que respecta a la historia política, aunque parezca obvio que el estudio político y el militar van íntimamente unidos, no obstante, el análisis que se ha venido desarrollando tradicionalmente no ha sido el adecuado, ya que, en numerosas ocasiones, la historiografía que se había aventurado a describir un determinado acontecimiento, lo había hecho sin que hubiese un previo análisis pormenorizado del por qué de los diferentes comportamientos y motivaciones que llevaron a sus principales protagonistas a intervenir en ellos.


Por toda esta serie de razones, todo estudio militar que se precie, debe, como mínimo, realizar una profusa introducción al marco histórico (tanto general, como particular del propio conflicto) para poder profundizar en los auténticos motivos que lo desencadenaron (luchas intranobiliares, nobleza frente a monarquía, meros intereses personales, etc.) y no sólo situar a nuestros principales actores dentro de una mera relación de hechos y acontecimientos.

Por otra parte, en lo que respecta al estudio de la economía, qué duda cabe de que el impacto de la guerra sobre las estructuras económicas tuvo que ser enorme. En este sentido, el desarrollo de las operaciones militares, al consistir sobre todo en acciones de robo, pillaje y devastación del territorio, van a conllevar la aparición de escasez de las cosechas, disminución de la actividad ganadera o una ruptura de las tradicionales redes de comercio debido al robo y al pillaje. Todo un hecho que nos viene corroborado tanto por las referencias cronísticas, acerca de las alteraciones del precio de los alimentos básicos, como por la propia documentación, que alude a la necesidad de socorrer a determinadas villas y ciudades afectadas por la hambruna derivada de las acciones militares. Como bien expusiera el cronista Rades y Andrada sobre el estado en el que quedó Extremadura durante la guerra por el trono de Castilla entre Dª Juana y Dª Isabel en 1475:
«Era tanto el daño, que ni los caminos se andauan en aquella provincia, ni la tierra se labraua: y toda la negociación y comercio cessaua y las aldeas estauan despobladas: y finalmente todos los Estremeños padescían gran persecución de guerra y hambre».
(RADES y ANDRADA, Francisco de: Crónica de las tres órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara. Estudio de D. Lomax, Barcelona, 1980, p. 52.)
En este sentido, hasta ahora, la historia militar sólo se ha dedicado a analizar los tipos de operaciones militares, aludiendo al saqueo y la devastación del territorio como una de las formas más habituales de hacer la guerra. No obstante, habría que ir más allá e intentar analizar los registros seriales de las diferentes villas, señoríos y Órdenes Militares afectados por dichos contextos, para calibrar cuantitativamente cuál fue el verdadero impacto de la guerra y no sólo quedarnos en los superficiales aspectos cualitativos de la misma.


Por último, y en relación con el anterior párrafo, todo ese cúmulo de alteraciones en las estructuras productivas terminaría por afectar el desarrollo de la vida cotidiana del hombre medieval. En este sentido, dejando a un margen a los protagonistas de la guerra (nobles, caballeros y, en definitiva, a todo participante en un conflicto armado), el no combatiente tuvo que enfrentarse a toda una serie de calamidades causadas, bien por el impacto directo de la acciones de estos guerreros, como también por las consecuencias de la devastación del territorio.

Así, si por una parte, nos encontramos con los robos, intimidaciones, secuestros y demás abusos cometidos sobre la población civil, por otra, nos encontramos con que dichos sujetos padecieron el hambre y las carestías de tan calamitoso contexto. Todo lo cual, como decimos, terminaría por alterar sus tradicionales modos y ritmos de vida, llegando muchos a tener que recurrir a la migración y al abandono de sus hogares. Un hecho éste que, remontándonos al anterior conflicto de 1475, pudo ser casi masivo en algunos casos, como nos deja entrever la documentación:
«E diz que agora, por cabsa de la guerra que nos avemos e tenemos con el adversario de Portugal, por el dicho logar de Aliseda [al] estar a tres leguas de Azagala e Piedrabuena, se ha despoblado en tal manera que do avía en él ya çíento e veynte vecinos e no moran ende ninguno».
(GARCÍA OLIVA, Mª Dolores: Documentación histórica del Archivo Municipal de Cáceres (1475-1504), Cáceres, 1988, Doc. 9, p. 20.)
Por todo ello y en resumidas cuentas, ya para finalizar, he querido poner de manifiesto con esta reflexión que la historia militar no sólo se circunscribe al ámbito de la mera coyuntura bélica (al acontecimiento militar en sí o a la narración de fechas, nombres y batallas), para poner de relieve el profundo poder de estudio que dicha línea de investigación tiene con respecto otras materias históricas, tales como la historia política, la económica y la social, lo que necesita, por otra parte, de la participación interdisciplinar y de la apertura de miras y expectativas de los estudiosos dedicados a la historia militar.

Nota del Grup Harca: Aquest post és una col·laboració d’un autor convidat, a qui públicament agraïm el seu esforç.

3 comentaris:

Jesus Eduard Alonso i López ha dit...

¿La guerra no era como una especie de 'modus vivendi'consubstancial al feudalismo? ¿Se puede diferenciar claramente la población civil y la soldadesca o las mesnadas?

Carlos J. Rodríguez ha dit...

Efectivamente, al margen del sistema feudal, el fenómeno militar (entiéndase la guerra y los ejércitos) ha supuesto un modo de vida esencial para todos los estratos sociales. Nada más que tienes que observar que hoy día, ante el gran corte de aspiraciones que ha sufrido la juventud española, ésta ha visto en su alistamiento en el ejército una salida profesional donde poder ascender también socialmente. No obstante, ciñéndonos al periodo que tratamos en el artículo, nos encontramos ante la difícil tesitura de diferenciar entre el no combatiente y el guerrero, como ya expusiese Ch. Allmand en su célebre artículo en la obra de referencia dirigida por Maurice Keen "Historia de la guerra en la Edad Media". En este sentido, aunque tenemos fuentes documentales de carácter regio y nobiliar, que aluden a que no se haga la guerra a todos aquellos excepto a los labradores que no son guerreros, por otra parte, nos encontramos con que los grandes señores de la guerra del siglo XV utilizaban a la población de aquellas villas por donde pasaban para engrosar parte de sus escasas huestes. Por todo ello, como bien indicas, y bien puede entenderse a raíz de todo lo expuesto, el límite entre guerrero y población civil es muy difuso, necesitándose profundizar, quizás, como he expuesto en el artículo, en la necesidad de investigar la cotidaniedad de la guerra y la sociedad de la época para poder tener un mayor conocimiento sobre este asunto. De esta forma, si nos alejamos del tradicional análisis que de las grandes estructuras del ejército medieval se han venido haciendo (como evolución de uno de los pilares básico del Estado bajomedieval) y nos centramos en el estudio de la cotidaniedad de la guerra podremos comprender mejor este fenómeno. En este sentido, artículos como el de Ladero Quesada sobre el potencial de análisis que tienen los alardes para el estudio de la sociedad de la época, ya demostraron que con dicha fuente militar, se podía rastrear las redes clientelares y la estructura social de las oligarquías bajomedievales, asimismo, con el desarrollo de mi Tesina (que esperemos que se termine publicando) ponemos de manifiesto la organización, la tropas y las formas de vida de muchos de estos "soldados de fortuna" bajomedievales que estuvieron bajo la dirección de un gran señor de la guerra del siglo XV castellano, y donde pudimos apreciar, además, un curioso proceso que quizás muestre bien esa dificultad de identificar claramente el no combatiente de la población civil. Me refiero a que el caudillo de estos soldados de fortuna, que vivían del pillaje y del robo, extraía parte de sus huestes del común de la población de las villas por donde él transitaba, sin embargo, con el tiempo, estos mismos guerreros, extraídos muchos de las poblaciones extremeñas, terminaban intimidando a la población civil durante una determinada incursión de saqueo y, sobre todo, en los periodos de paz, cuando mediante el robo a las poblaciones vecinas se ganaban su sustento. En definitiva, como decía al principio, esa separación es muy difusa y se necesitaría profundizar más en los aspectos cotidianos de la guerra para poder tener más resultados al respecto. Un saludo, Carlos.

Jesus Eduard Alonso i López ha dit...

Quizá el término de 'población civil' no sea adecuado para la edad media. El oficio 'noble' de los caballeros es la guerra, no? La guerra es el modo de expansión del feudalismo, no?
En todo caso sería interesante que algún valiente historiador-guerrero (no al revés, que de esos hay muchos) se atreviera a atraversar la noche de los tiempos y seguir los pasos de las fuerzas armadas no regladas (milicias, 'almogàvers','miquelets',bandoleros... hasta tiempos recientes. Y las interconexiones entre 'población civil' (en remulla),fuerzas irregulares y cuerpos armados del estado... Demasiado, quiza, para un pequeño comentario. Gracias por tus matizaciones.